Las lesiones situadas en una bifurcación arterial clásicamente han supuesto un reto para el intervencionismo coronario percutáneo1. En la época de la angioplastia con balón, estas intervenciones se asociaban a mayor riesgo de oclusión vascular, especialmente en la rama lateral, y también a mayor tasa de reestenosis. Los resultados subóptimos en el vaso principal que a veces era preciso aceptar (por miedo a perder la rama lateral) y el mayor contenido en fibras elásticas de estos segmentos coronarios parecían explicar, al menos en parte, estos problemas. Con la llegada de los stents, el tratamiento de las bifurcaciones cambió radicalmente. Tras implantar un stent, es posible «garantizar» un excelente resultado inmediato en el vaso principal y evitar los problemas derivados del retroceso elástico tardío propio de estas lesiones. Sin embargo, el stent en el vaso principal «enjaula» la rama lateral y puede comprometer su ostium por desplazamiento de la placa o de la propia carina1. A su vez, implantar un stent en la rama lateral supone un reto todavía mayor. Como se puede apreciar en la figura, el implante de stent en la rama lateral frecuentemente conlleva importantes problemas técnicos, que se agravan por la necesidad de implantar un stent en el vaso principal. El problema fundamental se presenta en los pacientes con ramas laterales importantes en los que el resultado de la intervención condicionará la evolución clínica.